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MANCOMUNIDAD de AYUNTAMIENTOS
del NORTE de GRAN CANARIA

Situación geográfica de la Mancomunidad




La Aldea de San Nicol�s

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  Datos del municipio

Superficie: 139 km.2

Población: 7.969 hab.

Longitud del litoral: 28,32 km.

Altitud capital municipio: 33 mts.

Altitud máxima: 450 mts.

  Lugares de inter�s
Pinar de Inagua
Centro de Visitantes Playa de La Aldea

Escudo de La Aldea de San NicolásEl municipio de la Aldea de San Nicolás, en el extremo m�s occidental de Gran Canaria, se alarga de norte a sur, en una irregular franja de 139 Kms. cuadrados. Su poniente est� ba�ado por el Oc�ano Atl�ntico y su naciente limitado por los municipios de Artenara, al norte, Tejeda, al este, y Mog�n, al sur. El territorio se distribuye en dos áreas bien definidas: el Valle de La Aldea, perteneciente a la cuenca hidrográfica del Barranco de Tejeda-La Aldea, y las pequeñas cuencas adyacentes de Tasarte, Tasartico y Güi-Güí, por lo que se le considera "una isla dentro de otra isla".

     La poblaci�n aborigen en esta comarca fue muy importante. Hab�a un gran poblado, el m�s importante del oeste de Gran Canaria, en el que destacaba notablemente el de Caserones.

La poblaci�n canaria de esta �poca se extend�a por todos los cauces de la cuenca, a modo de peque�os poblados, localizados cerca de los manantiales y aprovechando las solanas y oquedades del terreno: en la desembocadura del barranco principal de La Aldea, en Las Gambuesillas (gambuesa = lugar para encierro de ganado), Cormeja, Los Palmaretes, la Degollada de Los Corraletes, Artejeves, El Pueblo, Tocodom�n-El Hoyo, la Degolladita de G�mez, Furel, Tasarte, Tasartico, Guguy (G�i-G�i) y, probablemente, en la zona baja, la tradicional franja f�rtil del valle de La Aldea, en la que, por roturarse desde los primeros a�os de la Colonizaci�n, fueron destruidas las construcciones canarias� (poblado de Los Caserones).

En la Isla se desarrollaba una incipiente agricultura de regad�o y de secano, que se alternaba con actividades pastoriles. Esta econom�a encaja perfectamente en el medio f�sico aldeano, rico en f�rtiles aluviones, diseminados no s�lo por las márgenes del barranco principal, cuya poblaci�n m�s importante fue la de Los Caserones, sino tambi�n en los distintos cauces de sus barrancos tributarios.

La pesca, l�gicamente, fue otro de los pilares b�sicos de aquella econom�a primaria de subsistencia, sobre todo en el poblado de Los Caserones. Aqu� nos encontramos con la singular pesca en la "marciega", hoy El Charco. La pesca en los charcos costeros estaba generalizada entre los canarios, y en La Aldea perdur� hasta tiempos recientes con el nombre de "embarbasca". Al respecto, Chil y Naranjo escribe de los antiguos canarios: "En los charcos profundos echaban la savia del card�n y de la tabaiba, con cuya sustancia se narcotizaban los peces, que sub�an luego a la superficie, en donde los cog�an, m�todo que a�n se emplea en varios puntos de la isla y, principalmente, en La Aldea de San Nicol�s, y se conoce con el nombre de "embarbascada". La "embarbascada" ha sido la base original de la fiesta popular representativa de La Aldea, la Fiesta del Charco, que se celebra cada 11 de septiembre.

La localizaci�n en La Aldea de una important�sima explotaci�n minera de obsidiana supone la posible existencia de un elemento importante en la econom�a del trueque, basada en su habitual utilizaci�n, escasez, esfuerzo de extracci�n y transporte desde la explotaci�n, adem�s de su operatividad para el cambio. Este vidrio volc�nico no s�lo se encuentra en los yacimientos arqueol�gicos de La Aldea, sino tambi�n esparcido por los restantes de la isla, lo que avala su importancia en el marco de la econom�a aborigen.

En 1352 se establece en Gran Canaria una misi�n mallorquina con 30 frailes y 12 esclavos convertidos. Los datos sobre esta y otras expediciones son confusos. Lo cierto es que las primeras cr�nicas se�alan que una de esas misiones mallorquinas se estableci� en la playa de La Aldea, donde se erigi� una peque�a ermita en honor a Aldea de San Nicol�s, que debi� estar ubicada en una de las cuevas que a�n subsisten en El Roque.

En los �ltimos meses de la Conquista, tuvo lugar en este t�rmino municipal el sangriento encuentro b�lico de Aj�dar (Tasartico), donde la resistencia canaria infligi� a las fuerzas de ocupaci�n la derrota m�s humillante que sufri� en esta isla. En ella muri� toda una compa��a de 200 ballesteros y su capit�n, Miguel de M�jica, v�ctimas de un estrat�gico plan de defensa de los canarios. Las cr�nicas cuentan que, si no hubiera sido por la intervenci�n del guanarteme converso, Tenesor Semid�n, el propio gobernador, Pedro de Vera, tambi�n hubiera sido aniquilado por los canarios.

Despu�s de Aj�dar, en un dilatado espacio de tiempo, ni cr�nicas ni relaciones hist�ricas se ocupar�n de recoger informaci�n sobre este valle, escribi�ndose muy poco en los siglos siguientes sobre la lejana y olvidada Aldea de San Nicol�s.

A principios del siglo XVI, aparece vinculada una parte del valle de La Aldea, con las aguas que discurr�an de Tejeda, a la familia de Pedro Fern�ndez Se�orino de Lugo, hermano de aquel capit�n que m�s tarde ser�a nombrado por los Reyes Cat�licos como Adelantado de Canarias. Con posteriores traspasos en aquel siglo, tales derechos pasaron al noble Tom�s Grim�n, causante de la Casa Nava-Grim�n, a la que los vecinos de La Aldea discutieron su propiedad durante siglos.

A partir del siglo XVII se van consolidando en el valle de La Aldea propiedades agrarias particulares, por usurpaci�n, en su mayor parte, de los espacios p�blicos. La Casa de Grim�n, tras ganar a un grupo de colonos apoyados por el Cabildo, en 1645, un primer pleito y adquirir, por compras, otros cortijos, inicia un proyecto de acaparaci�n de toda la banda Sur del valle y que, tras vincularla a su mayorazgo (1667), culmina, a excepci�n del cortijo de Tocodom�n, sus descendientes, los Marqueses de Villanueva del Prado. La relaci�n social establece el poder de �stos como terratenientes y a todo el pueblo como colonos, al partido de medias perpetuas. Esta posesi�n ser� conflictiva, debido a la fuerte y dilatada oposici�n que esta casa encuentra en los medianeros enfiteutas, que a lo largo de muchas generaciones protagonizan el c�lebre proceso hist�rico conocido por "El Pleito de La Aldea", que determina la historia del pueblo hasta su soluci�n, en 1927, y sustancia un complejo proceso judicial, junto a largas y alternantes revueltas sociales.

Durante el siglo XVIII se configuran los n�cleos hist�ricos de poblaci�n de esta comarca, fracasa un intento de repoblaci�n del suroeste, promocionado por la pol�tica reformista borb�nica, y tienen lugar diversos amotinamientos en La Aldea, en el contexto de crisis de subsistencia, pleito socioagrario y usurpaci�n de terrenos realengos. Al finalizar el siglo, la comarca alcanza una alta cota de crecimiento econ�mico y demogr�fico (1.337 habitantes), en un momento de tr�nsito hacia el capitalismo agrario, un granero que abastec�a no s�lo otras zonas de Gran Canaria, sino tambi�n a la isla de Tenerife, a trav�s de una red mar�tima con peque�os barquitos de vela.

La consolidaci�n del liberalismo en Espa�a, despu�s de la muerte de Fernando VII, afect� al r�gimen jur�dico de la tierra, con tres medidas revolucionarias: la abolici�n del r�gimen se�orial, la desvinculaci�n de los mayorazgos y la desamortizaci�n de los bienes eclesi�sticos y del Estado. La desvinculaci�n de los mayorazgos permiti� a la Casa de Nava-Grim�n poder hipotecar y vender su patrimonio, para hacer frente a los endeudamientos de su mala gesti�n econ�mica, por lo que perder�n, en 1892, su hist�rica hacienda de La Aldea, que pasar� a la familia de los P�rez Gald�s.

Salvo el empuje econ�mico que pudo suponer el cultivo de la cochinilla, no se produjo, en el siglo XIX, una alteraci�n social y econ�mica. En La Aldea se mantuvieron las estructuras casi feudales preexistentes. Pr�cticamente, en m�s de medio siglo apenas creci� su poblaci�n, lo que debi� suponer una fuerte corriente de emigraci�n hacia Am�rica, junto a una absoluta calma social, en constraste con las virulentas manifestaciones de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

En el per�odo democr�tico que gener� la Revoluci�n de 1868, tuvo lugar la reactivaci�n del viejo Pleito de La Aldea, que parec�a dormido desde 1817. La restauraci�n b�rbonica, en 1875, permiti� un control pol�tico del municipio, a lo que respondieron los vecinos con una insubordinaci�n colectiva y el asesinato de Diego Ram�n de la Rosa, secretario del Ayuntamiento, hecho que tuvo lugar el 19 de marzo de 1876, por haber mostrado este funcionario causa a favor del alcalde Marcial Meli�n, quien a su vez ejerc�a el cargo de administrador del marqu�s, habiendo intentado, en aquellos d�as, un deshaucio colectivo de los medianeros. Este asesinato puso la atenci�n de toda Canarias en La Aldea, pueblo que fue tomado militarmente a punta de bayoneta y arrestado todos sus vecinos m�s influyentes, tras haber comprobado las autoridades indicios de causa com�n del pueblo en el lamentable suceso.

El marquesado de Villanueva del Prado perder� finalmente La Aldea en manos de sus acreedores principales, los P�rez Gald�s, quienes entrar�n en posesi�n de la misma en 1893. En 1912, se registr� la rebeli�n colectiva de los colonos en contra de la Casa Nueva. "La Aldea para los aldeanos" fue el grito de las nuevas generaciones contra la terratenencia y apoyadas desde el p�lpito de la parroquia.

En un nuevo cambio de titularidad de la conflictiva hacienda de La Aldea de San Nicol�s, en 1921 se abri� un proceso litigioso de gran virulencia social, vi�ndose obligado el Gobierno a intervenir directamente. Tras la visita al mismo pueblo, el 14 de febrero de 1927, del Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte y Escart�n, se solucionaba para siempre aquel litigio de tres siglos de antig�edad: se expropiaba a los titulares de la finca en litigio o gran hacienda de La Aldea de San Nicol�s (1.954 Ha.) y, a su vez, se vend�an sus tierras y aguas, inseparablemente, a los colonos, para que por fin las disfrutaran, mediante el Decreto-Ley de 15 de marzo de 1927.

Tras la soluci�n del Pleito, se acelera el crecimiento econ�mico y demogr�fico de La Aldea, que se paraliza en el per�odo de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial, �poca en que las exportaciones de tomates sufren un retroceso, con la introducci�n de cultivos alternativos para el autoconsumo y de ca�a dulce para una industria local de ron.

El secular aislamiento terrestre se rompe con la apertura de la carretera general Agaete-La Aldea, en 1939. La comercializaci�n del tomate pasar� progresivamente a manos de empresas familiares locales, que controlar�n todas las fuerzas productivas en un momento de m�ximo desarrollo econ�mico y demogr�fico, traducido en una nueva fase de "hambre de tierra". El plano demogr�fico representa una aut�ntica explosi�n, producto de una alt�sima inmigraci�n, y que pasa de los 2.000 habitantes que aproximadamente viv�an en La Aldea en la d�cada de los a�os 20 a los 9.000 que se contabilizan en 1965.

Este per�odo expansivo entra en crisis a mediados de los 60. Las causas pasan por un amplio abanico, desde condiciones clim�ticas y de comercializaci�n adversas hasta incapacidad de gesti�n empresarial. En los a�os 70 tiene lugar la implantaci�n del pl�tano como alternativa al tomate, cuyo fracaso, por una nueva sequ�a dilatada hasta final de la d�cada, dar� paso a la revalorizaci�n del cultivo y comercializaci�n del tomate, esta vez con visi�n comercial, desde la perspectiva cooperativista y con nuevas tecnolog�as. La econom�a local de los 90 se abre con la incertidumbre que ofrecen los mercados de la Unión Europea.

La representaci�n m�s masiva de la artesan�a aldeana podemos verla en el Aula Etnogr�fica que existe en el pueblo. Hombres y mujeres, a trav�s de su trabajo, tratan de hacer que no se pierdan todas esas tradiciones que tan arraigadas han estado desde siempre en La Aldea. En este aula se trabaja el barro, la palma, el mimbre, el cuero, los cuchillos canarios, elaboraci�n de traperas, etc... Existe tambi�n, en la misma Oficina de Informaci�n Tur�stica, un espacio reservado para que esos trabajos que realizan los artesanos aldeanos puedan tener salida a trav�s de la venta directa.

En cuanto a cocina canaria se refiere, los productos t�picos de la zona, aparte de lo que podemos encontrar en cualquier otro lugar del archipi�lago, son:

  • Los pescados y las carnes frescas.
  • La Ropa Vieja de Pulpo: este plato naci� del ingenio del propietario del restaurante de La Playa de Tasarte. Actualmente se ofrece en el mismo y en los restaurantes de la Playa de La Aldea, los domingos.
  • Los tomates que cultivamos en La Aldea (base econ�mica del municipio).
  • Las frutas tropicales (papayos, mangos, guayabos, granadas, aguacates)
  • El queso de Coaldea.
  • Los dulces de tomate maduro, tomate verde, papaya y mango, elaborados de manera totalmente artesanal por parte de algunas familias del municipio.

     Gracias al convenio firmado entre el Patronato de Turismo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de la Aldea de San Nicol�s, existe hoy d�a una Oficina de Informaci�n Tur�stica, abierta al p�blico de 10.30 a 18.30, de lunes a viernes, y de 10.30 a 14.30 los s�bados.




Gu�a Tur�stica y Cultural del Norte de Gran Canaria






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